Antigua Pastelería del Pozo, dulces con tradición
http://www.dontstopmadrid.com/2015/01/antigua-pasteleria-del-pozo.html
Pocos comercios quedan ya con tanta historia encerrada en sus cuatro paredes. Hoy viajamos en el tiempo y nos remontamos 185 años atrás, cuando vio la luz la Antigua Pastelería del Pozo. En su obrador trabajó un jovencísimo Julián Leal Charle que acabó convirtiéndose en dueño del negocio y desde entonces tres generaciones más.
Desde la calle un gran ventanal seduce al viandante con dulces y pasteles típicos y tradicionales, pero lo que más llama la atención es el ritmo de entrada y salida de clientes que tienen este lugar como primera opción cuando quieren endulzarse la vida o la de los suyos.
Aquí no encontrarás cupcakes, ni red velvet, ni nada que no tenga solera. Tras el portón la vista se detiene en sus baldas y mostradores sobre los que descansan dulces de toda la vida, de los que comieron nuestros padres y por los que suspiraron nuestros abuelos cuando no eran más que unos críos. Turrones, huesos de santo, torrijas, palmeras de chocolate, bartolillos, suizos o roscones de reyes son hechos con mimo y cariño en su obrador, alejados de las prisas y con la mente puesta en el disfrute del cliente.
Parece que el tiempo se detiene observando el mostrador, sus paredes con espejos, sus lámparas y por supuesto, la báscula y caja registradora antiguas, dos auténticas joyas que consiguen transportar al cliente hacia tiempos pasados. Me atienden con una sonrisa en la boca y me compro una palmera de chocolate que quita el sentido. Les tiro de la lengua y les pregunto por el lugar y me cuentan su historia con orgullo.
Cuentan con la fama y el honor de hacer uno de los mejores roscones de reyes de Madrid, que pueden disfrutarse cualquier día del año, y creedme que se venden sea el mes que sea. Su sabor, su textura y su materia prima lo convierten en un auténtico manjar atemporal y digno de disfrutar en cualquier momento.
Sus tan típicos y madrileños bartolillos servidos con canela son otro de sus puntos fuertes, aunque hacen bien cualquier cosa que se propongan. Presumen de ser responsables de uno de los mejores hojaldres de Madrid, utilizando manteca como base y trabajándolo en frío con un gran esfuerzo por parte del maestro pastelero.
Y el tiempo pasa y siguen y seguirán endulzando vidas, testigos del paso del tiempo, pero siempre parte de Madrid.
Desde la calle un gran ventanal seduce al viandante con dulces y pasteles típicos y tradicionales, pero lo que más llama la atención es el ritmo de entrada y salida de clientes que tienen este lugar como primera opción cuando quieren endulzarse la vida o la de los suyos.
Aquí no encontrarás cupcakes, ni red velvet, ni nada que no tenga solera. Tras el portón la vista se detiene en sus baldas y mostradores sobre los que descansan dulces de toda la vida, de los que comieron nuestros padres y por los que suspiraron nuestros abuelos cuando no eran más que unos críos. Turrones, huesos de santo, torrijas, palmeras de chocolate, bartolillos, suizos o roscones de reyes son hechos con mimo y cariño en su obrador, alejados de las prisas y con la mente puesta en el disfrute del cliente.
Parece que el tiempo se detiene observando el mostrador, sus paredes con espejos, sus lámparas y por supuesto, la báscula y caja registradora antiguas, dos auténticas joyas que consiguen transportar al cliente hacia tiempos pasados. Me atienden con una sonrisa en la boca y me compro una palmera de chocolate que quita el sentido. Les tiro de la lengua y les pregunto por el lugar y me cuentan su historia con orgullo.
Cuentan con la fama y el honor de hacer uno de los mejores roscones de reyes de Madrid, que pueden disfrutarse cualquier día del año, y creedme que se venden sea el mes que sea. Su sabor, su textura y su materia prima lo convierten en un auténtico manjar atemporal y digno de disfrutar en cualquier momento.
Sus tan típicos y madrileños bartolillos servidos con canela son otro de sus puntos fuertes, aunque hacen bien cualquier cosa que se propongan. Presumen de ser responsables de uno de los mejores hojaldres de Madrid, utilizando manteca como base y trabajándolo en frío con un gran esfuerzo por parte del maestro pastelero.
Y el tiempo pasa y siguen y seguirán endulzando vidas, testigos del paso del tiempo, pero siempre parte de Madrid.
Antigua Pastelería del Pozo
Calle del Pozo, 8 < M > Sol
De martes a domingos de 9 a 14 horas y de 17 a 20 horas
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