Intimidad y dulces en Pomme Sucre

Nuestro plan original era ir a Madame Framboise pero cuando entramos nos encontramos con un lleno absoluto propio de un sábado por la tarde y el ambiente no acompañaba para charlar con tranquilidad. Así que retrocedimos sobre nuestros pasos y entramos en una tiendecita-cafetería llamada Pomme Sucre que nos había cautivado durante nuestro paseo minutos antes.

Entramos y nos quedamos anonadadas ante tanto dulce. Es de esos lugares donde te cuesta horrores escoger porque todo tiene tan buena pinta que decidirte por una cosa y descartar las demás se convierte en una tarea imposible. Como sólo tiene dos mesitas tuvimos que esperar unos diez minutos a que una quedase libre pero no fue un tiempo perdido... conseguí decidirme entre tanto pastel.

Al tener sólo dos mesas es estupendo para estar relajados una tarde delante de una taza de te o un dulce... alejarse del ruido y perderse en una conversación de horas.

La decoración es moderna, nada recargada donde el protagonismo lo tienen los pastelitos y productos que se extienden por sus extensos mostradores. El servicio que nos dieron fue increiblemente bueno, con todo muy bien presentado y los detalles muy cuidados.

Para acompañar al dulce pedimos te. La carta era muy extensa y bien explicada. Yo me decanté por un té especiado con un poquito de leche que además se podía comprar. Para comer escogimos un vasito de chocolates y una tartita cubierta por una lámina de chocolate. El precio de cada uno fue de 3,5€ que sin duda merecieron la pena.

Dulces variados y para todos los gustos para tomar en la tienda o llevar a casa. Una tentación.

Sin duda un lugar que recomiendo totalmente por su ambiente íntimo y relajado, el buen servicio que ofrecen y la calidad de sus productos. El precio de la merienda te+tartita fue de unos 5,5 euros, algo más caro quizás que en otros sitios, pero la verdad que no me sentí en absoluto timada, además escogimos los pasteles que eran más caros.

DATOS DEL SITIO:

c/ Barquillo, 49

<M> Alonso Martinez, Chueca

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Dulce y buena conversación... ¿que más se puede pedir?